DE LUNA NUEVA, A LUNA LLENA
Miluna. La íntima intemperie, las vistas panorámicas al cielo y la desconexión al ritmo de la naturaleza. O lo que es lo mismo, proyecto soñado mil y una veces por Alejandro, Jacobo y Víctor.
Crea nuevos recuerdos en habitaciones burbuja, con la mejor tarifa garantizada. Disfruta de un fin de semana único y desconecta de la rutina.
Crea nuevos recuerdos en habitaciones burbuja, con la mejor tarifa garantizada. Disfruta de un fin de semana único y desconecta de la rutina. Crea nuevos recuerdos en habitaciones burbuja, con la mejor tarifa garantizada. Disfruta de un fin de semana único y desconecta de la rutina. Y es que no deben subestimarse las quedadas para ver el fútbol ni las posteriores charlas dignas de los filósofos más celebres, ya que pueden derivar en que tres barceloneses acaben emprendiendo el proyecto de su vida.
Todo empezó hace poco más de tres años, cuando descubrieron por Europa la existencia del glamping, o escapada a hoteles rurales que ofrecen una plena conexión con la naturaleza sin renunciar al mejor confort. La experiencia dejó cautivados a estos jóvenes y, a pesar de que los tres tenían un trabajo fijo y proyección de futuro, la mecha estaba prendida y la decisión tomada: iban a montar su propio hotel.
‘Queríamos hacer algo diferente. Algo que nos gustase compartir. Algo que nos hiciese desconectar del estrés dela ciudad y a la vez pudiese llenarnos de vitalidad con diferentes actividades. Y creamos Miluna.’ Y así es como empezó una primera etapa de sesiones after-work y fines de semana de inmersión en el sector: innumerables reuniones con asesores, expertos, arquitectos y proveedores, rutas por hoteles de las mismas características y muchos, pero que muchos viajes en busca de una finca óptima y cercana a Madrid, donde la oportunidad aún no había llegado.
Después de un año desafiando aquello de ‘quien mucho abarca poco aprieta’ – porque apretaron, y mucho -, la implicación y dedicación eran tales, que decidieron dejar sus trabajos y lanzarse a la labor por completo.
Paso a paso.
Tras una perseverancia meritoria – y una paciencia de santos – al fin dieron con una finca que cumplía con los múltiples requisitos. Y aunque esto tenía pinta de final – o inicio – feliz, la retahíla de trámites para obtener licencias y permisos, las negociaciones sin fin con la propiedad y los planos realizados, se desvanecieron como un castillo de naipes. No se llegó a un acuerdo con el propietario y este fue el punto de inflexión, pues semejante momento de crisis no hizo más que reafirmar con mayor fuerza la determinación y el compromiso de los socios: encontrar el lugar donde sus lunas pudiesen crecer espléndidas.
Hormigos, a 90 km de Madrid, apareció como un oasis. Situado en tierras de Toledo y aislado de la civilización, encontraron un terreno que recordaba a los parajes de El Quijote y que prometía convertirse en un mirador al cielo digno del fin del mundo. Un amplio espacio para montar las habitaciones esféricas privadas – a partir de ahora, ‘lunas’ – que permitieran fundirse con la noche; una edificación principal que hiciera de casa de operaciones y – he aquí el quid de la cuestión – cero contaminación acústica o lumínica. Esto es, el silencio de la naturaleza y las tan deseadas vistas panorámicas al cielo.
Llegó el día.
Y llegó el día en que se mudaron, nerviosos pero triunfantes, con la certeza de que aquello ya era real y tenía más forma que nunca. Empezaba el emocionante viaje de poner en marcha el diseño y la obra de las lunas, sin olvidar sus no tan emocionantes trámites burocráticos pertinentes, claro. Ninguna gestión tediosa iba a impedir ahora una iniciativa tan pura, como es querer brindar una experiencia única de conexión con la naturaleza, y en una intimidad tan poco habitual. De desear que el tiempo se pare aquí y ahora. Y de, como dicen sus anfitriones, ‘hacer feliz a la gente que nos visite’.
Experiencia única.
Y es que la experiencia Miluna ofrece más que noches únicas bajo el cielo – acompañadas del telescopio, las estrellas o la luna, por supuesto – . También incluye un montón de quehaceres apetecibles a la luz del día para quien quiera desconectar del estrés de la ciudad y a la vez llenarse de vitalidad: senderismo al ritmo del aire más puro, rutas a caballo, paseos en bici, catas de aceite o vino y turismo en sus ciudades históricas cercanas. Y qué mejor guinda del pastel que relajarse con un buen masaje revitalizante, un baño en su flotarium de gravedad cero o una suculenta cena a base de productos autóctonos.
Y llegado el día de hoy, la cuenta atrás para la apertura está en marcha, las ganas se desbordan y tres valientes miran Miluna sin dejar de sonreír. Que empiecen las mil y una fiestas.